jueves, 15 de enero de 2009

El eterno lema de la academia de suboficiales

De todos es conocido que dicho lema, que adornó el bello paisaje leridano durante casi 30 años y que fue referente de todas las promociones de suboficiales que han pasado por 'nuestra' querida Academia General Básica de suboficiales, fue retirado de su ubicación original por los abnegados alumnos -sargentos a día de hoy- el pasado día 20 de Diciembre de 2004. Y no fue por deseo propio si no obedeciendo órdenes que, aún siendo contrarias a su criterio y honor militar, cumplieron a rajatabla borrando en una mañana aquel símbolo de su vocación y espíritu de sacrificio.

En la mañana del 8 de julio de 2005, con las primeras luces del alba, tras escuchar el castrense toque de diana, los alumnos de la academia leridana no podían creer lo que estaban viendo: su sueño hecho realidad; la sempiterna inscripción, que en su día se ordenó borrar por obra y desgracia del siempre excluyente nacionalismo catalán y sin oposición por parte de la cúpula militar, volvía aparecer en su lugar de origen.


Lo cierto es que algo sabían pues en el transcurso de la tarde del día anterior, los alumnos de la 31ª promoción recibieron la visita desconcertante de un componente de la 30ª promoción, que ese mismo día 8 iba a recibir su Real Despacho de Sargento. La conversación fue rápida -'acercaos -dijo- y escuchad con atención. Esta noche la 30 promoción va a poner las letras'.


Las caras de asombro de la 31ª no podrían describirse con palabras ¿sería cierto? ¿se atreverían? el sargento alumno les pidió colaboración económica -'solo nos hace falta un euro por persona para comprar materiales, no hace falta mas. El trabajo lo hacemos nosotros'.


Ni que decir tiene que el miserable euro, era un precio ínfimo a cambio de recuperar el honor perdido. Al momento, eran cientos de euros los que habían en la mesa. Todo era poco para lavar la deshonra que supuso haber subido en Diciembre a quitar aquellas piedras.


De eso nada. Aquello era de todo menos una tomadura de pelo.

De madrugada, una gran parte de la 30ª promoción de alumnos de la Academia Básica de Suboficiales se cubrió de gloria y de admiración por parte de todos, cuando pudieron llevar a cabo su plan. Con el dinero recolectado se compró el material necesario: manteles tela e incluso tollos de papel higiénico, y un grupo de valientes, resuelto a no claudicar a pesar del riesgo evidente de ser descubierto, hizo Historia en la 'Básica'.


A la mañana siguiente, aunque todos ya lo sabían, el corazón les dio un vuelco al asomarse a las ventanas y ver el monte Costampla. mientras los alumnos hacían fotos y grababan videos aquella proeza y sonreían de orgullo ante aquel desafío a todos aquellos que odian y desprecian el honor y las costumbres militares, el servicio de cuartel no podía creer lo que veían sus ojos.


Alguno negaba con la cabeza y con expresión harto elocuente, balbuceaba:-¡No puede ser, no es cierto!


Pero lo era. el día 8 de julio se esperaban visitas importantes: S.A.R el Príncipe Felipe presidiría la entrega de despachos, y tambien estaría presente ese gran admirador de la milicia y las tradiciones militares, el señor Pascual Maragall quien iba a entregar una réplica de la espada de Jaime I el conquistador al al sargento que obtuvo el puesto numero 1 en la promoción. Es posible que el político catalán no estuviera al tanto de la proeza de la 30 pero la entrega estaba cargada de simbología.


Poco después se reunió a los Caballeros alumnos encargados de la seguridad del acto que iba a dar comienzo tres horas después. Por segunda vez en seis meses el lema de la academia de suboficiales del ejercito de tierra fue retirado del paisaje leridano, pero no lo fue, ni lo será nunca, del corazón de todo aquellos, militares o no, que sentimos dentro de nosotros el resonar de una frase que aunque no pueda leerse en su ubicación original sigue muy presente en el ánimo de todos:


'A ESPAÑA SERVIR HASTA MORIR'


Carlos Castañón 2005