sábado, 19 de noviembre de 2011

El Tio Camuñas



Quizás a alguno de ustedes le hayan asustado, cuando eran niños, con la famosa frase: “¡qué viene el Tío Camuñas!”. También es posible que no usaran a este tipo como acicate para la obediencia, cambiándolo por el Hombre del Saco o quizás el Sacamantecas. En cualquier caso, seguro que conocen el dicho al que hacía referencia y que no es más que una forma de asustar a los pequeños para que hagan algo a lo que son reticentes. Dicho esto, voy a explicarles quién era el Tío Camuñas.


Su nombre real era Francisco Sánchez Fernández y nació en Camuñas, provincia de Toledo, en 1762. Ya saben ustedes de dónde le cayó el apodo. Murió en 1811 a manos del ejército francés, que lo fusiló por bandolero. En vida era conocido como Francisquete; lo del Tío Camuñas vendrá como consecuencia de lo siguiente. Él y su hermano fueron de los primeros en combatir al ejército napoleónico por la zona en la que vivían, una vez que estos habían dispuesto de España como si fuera suya, y en una de sus escaramuzas, la cosa no salió del todo bien y los franceses atraparon al hermano, colgándolo de las aspas de un molino.

La muerte de su hermano, unida al fallecimiento de un hijo y el contemplar día tras día cómo actuaban los franceses en sus tierras, le llevaron a reunir un grupo de unos treinta hombres con los que combatir al francés, usando las técnicas de guerrilla tan comunes en aquella guerra. Francisquete había sido correo años antes y montaba excelentemente a caballo, lo que provocó su enorme eficiencia en el combate de guerrilla que, como saben ustedes, se fundamenta en aparecer cuando menos se lo espera, matar más de lo que se temía y huir sin que haya tiempo de reacción.

Precisamente por su destreza como guerrillero, en el sentido literal de la palabra, los franceses comenzaron a utilizar la frase que protagoniza esta nota: “¡Qué viene el Tío Camuñas!”. Le temían más que a nada por aquellas tierras y a la menor sospecha, los napoleónicos soltaban este grito y se hacía el pánico por doquier entre los gabachos. Finalmente, el 12 de octubre de 1811, curiosamente el día en el que celebramos actualmente la Hispanidad, fue atrapado y acabó fusilado unos días más tarde.

Por lo tanto, salvo que ustedes sean franceses, no deben temer cuando usen al Tío Camuñas como amedrantador, por muy sanguinario que este fuera.