jueves, 6 de agosto de 2009

EL PEÑÓN, ESE GRAN DESCONOCIDO.


Tras la guerra de secesión española a principios del S. XVIII se firmó el Tratado de Utrecht, que puso final a la guerra. Por este tratado, España cedía a perpetuidad el peñón a Gran Bretaña sin jurisdicción alguna, estableciéndose no obstante una cláusula por la cual si el territorio dejaba de ser británico pasaría a ser español.

En ese mismo tratado se cedió también la isla de Menorca, la cual volvió a soberanía española años después. En realidad si Gibraltar no hubiese sido un enclave estratégico el Reino Unido lo hubiese devuelto a España igual que hizo con Menorca.

Pero estando ya en el siglo XXI, ¿cual debe ser el futuro de Gibraltar?

Las Naciones Unidas han llamado en repetidas ocasiones a los gobiernos de España y el Reino Unido a acabar con esta situación colonial. Dicha descolonización ha de hacerse respetando la integridad territorial de España así como los intereses de los habitantes de la colonia.

Lo peor del fenómeno Moratinos es que ya no nos sorprende. Sus charlotadas han sido tantas que sumar una más a la lista carece de valor representativo. La última, la visita a Gibraltar, se inscribe en el nuevo tipo de diplomacia que es sello del gobierno socialista: dar a los demás cuanto pidan, aunque para ello debamos renunciar a lo que nos corresponde. Venezuela, Chad, Mauritania, Senegal, Marruecos… son algunos de los países ante los cuales España ha preferido claudicar, pensando que, una vez que nos hayan tomado la medida, seguirán tratándonos seriamente. El Reino Unido, con el que tantas historias de amor y odio nos vinculan, era al menos un contrincante de postín frente a la marabunta dictatorial africana o sudamericana. Las tablas en el combate, o el avance lento, podían ser consideradas pequeñas victorias ante el contencioso por el peñón de Gibraltar, mantenido por todos los gobiernos españoles hasta el 21 de julio de 2009. No obstante, más allá del ridículo, no está de más reflexionar sobre Gibraltar trescientos años después de su cesión. Tres ideas principales habríamos de tener en cuenta: la diplomática, la identitaria gibraltareña y la política.

La cuestión sobre la soberanía de Gibraltar es muy compleja, y haberla dejado en punto muerto durante 300 años ha conducido a una situación donde cualquier cambio que no sea el reconocimiento de una identidad gibraltareña será brutal para la población del peñón. Quizá en la agenda oculta de los gobiernos español y británico está la independencia a medio plazo… El Reino Unido sabe que Gibraltar no es británico, que está ahí de manera ilegal, que en la Unión Europea no tienen sentido colonias en territorios de Estados miembros, que la población autóctona no se siente británica. Por otro lado, España quiere pensar que la geografía y la historia terminarán abocando a Gibraltar hacia las comarcas andaluzas fronterizas (La Línea de la Concepción se creó por el flujo de trabajadores al otro lado de la frontera), lo que implicaría una decantación cada vez más potente de Gibraltar hacia España, tal y como ocurre en la actualidad entre Mónaco y Francia. Y, por su parte, Gibraltar sabe que ha creado en sus 7 km2 una sociedad no homologable ni a la española ni a la británica. Además, a los empresarios de todos los países les interesa un paraíso fiscal cercano, y su distribución por Europa no es producto de la casualidad (Liechtenstein y Suiza entre Alemania y Francia, la isla de Mann entre Irlanda y Gran Bretaña, San Marino en Italia, Andorra entre España y Francia…; Gibraltar, además, podría atraer al norte de África).

El futuro deparará la suerte de los gibraltareños. No parece previsible movimiento mayor en los próximos años. Eso sólo sucedería si los británicos se cansaran o apareciesen nuevos actores sobre la arena. Lo evidente es que lo de “Gibraltar español” ha pasado a ser, gracias al gobierno de Rodríguez Zapatero, una antigualla. Si anteayer era difícil, hoy ya es imposible.


* La existencia de una colonia en pleno siglo XXI es un anacronismo vergonzoso, no solo para el Reino Unido, si no para el conjunto de la Union Europea.
* El istmo que une el peñon con España, donde se situa actualmente el aeropuerto, es de soberania española y fue progresivamente usurpado por los ingleses durante tres siglos de ocupación.
* En Gibraltar existen unas 75.000 empresas registradas. Esto refuerza la idea de que la principal fuente de ingresos del peñon deriva de su estatus de "paraiso fiscal", dañando gravemente a la economía española.
* Así mismo, España goza de un sistema autonómico que otorga a sus distintas regiones cotas de autogobierno pioneras en el Mundo. Por tanto Gibraltar seguiría gozando de su actual estatus, quizas mejorado.
* La reincorporación de Gibraltar al territorio español potenciaría el desarrollo en comun de toda la comarca. La frontera, principal preocupación para ambas poblaciones a uno y otro lado, desaparecería.


Lazarillo2000.