martes, 30 de agosto de 2011

REVOLUCIONATE...



Nada puede cambiarse de un modo verosímil y profundo sin un esfuerzo individual radical y permanente. La esforzada transformación y la exigencia dedicada de cada uno de nosotros es la que impondrá nuevos designios dentro de cualquier tipo de superestructura que se nos plantee.


Es cada individuo quien, de un modo concreto y cotidiano, debe imponerse a si mismo empleándose sus propios principios antes de exigir su aplicación general y colectiva. Uno de estos requerimientos precisos sería ante todo la rotura directa con el consumo, la base y el corazón del sistema posmoderno. La rotura directa con las drogas, con los modelos de diversión actuales que pretenden vendernos a los jóvenes. Librarnos de todas esas pequeñeces costosas y sofocantes que únicamente suscitan envidias y conformismo en este entorno hostil.

Para ser libres, para estar listo para todo brote de acción, hay que desear poseer sólo aquello que es indispensable para una vida sana, aquello por lo que se está dispuesto a luchar a muerte (la familia, un techo, los amigos, la tierra, los valores…). La sencillez deliberada como requerimiento revolucionario. Para combatir eficazmente al sistema, hay que encarnar realmente una alternativa. Pelear contra la infección coprófaga que asola nuestras ciudades, afirmarse en la solidaridad, en la cooperación y estar orgulloso de dar más que recibir, redescubrir el arte de la autonomía, de la reciprocidad, de la preocupación colectiva. Construir para gozar.

Trabajar para que nuestras esperanzas y nuestros sueños no sean más que unos espejismos retóricos que no conozcan una materialización efectiva. Pocas cosas son imposibles. Tenemos nuestras manos, nuestra voluntad, nuestro talento. Seremos juzgados por lo que dejemos detrás de nosotros. Actuemos pues para que todo esto no se quede más que en sitios en internet para visitar y recuerdos banales. Nuestra tierra se nos abre de brazos esperando soluciones entre tantas almas perdidas.

AE!