Esta vez no lo debemos consentir. Hasta ahora, los sindicatos de clase han abusado de la población, se han despreocupado de la crisis de los trabajadores, han abusado del cobro del FOGASA menospreciando al ciudadano que perdía el empleo, han pisoteado el Estado del bienestar y rebajado la política social del Gobierno radical socialista. Y lo han hecho por egoísmo, insensatez, exceso de mediocridad y mala fe. Por eso esta vez no vamos a consentir que se salgan con la suya.
Estamos hartos de movimientos radicales del estilo del Sindicalismo Vertical Unificado, del 15-M o de los comunistas del ‘Niño Jesús’. Eso de ocupar la calle se ha acabado. Si el Gobierno no sabe aplicar la ley ni la Justicia sabe estar en su sitio, nos sobran a la ciudadanía uno y otra. España aún tiene pendiente la revolución social y nunca es tarde para iniciarla, pero prescindiendo de movimientos radicales de izquierda, cuyo despendolamiento no es más que el afán de dañar a quien se sacrifica y contribuye a la mejora social.
Nunca la izquierda había hecho tanto daño social a los propios ciudadanos y a la sociedad. ¿Acaso existe mayor pérdida social que la pérdida de empleo por la ineficacia sindical u gubernamental? Pues eso es la izquierda: la artífice del gasto desproporcionado, desorbitado, desequilibrado y analfabeto, frente a las políticas económicas del liberalismo. Por eso las izquierdas pretenden sumarse al frente radical; un frente radical donde confluyen los mal llamados indignados (dígase “indignantes”), nacionalistas e izquierda ‘hundida. ¿Alguien conoce mayor horterada con aspiración política? Va a ser verdad lo que decía Bradbury respecto a que “somos una imposibilidad en un universo imposible”.
La mediocridad sindical en la que han incurrido siempre los sindicatos de clase se vuelve a poner de manifiesto en su propia opinión respecto a las futuras movilizaciones: “no se tiene en cuenta a los ciudadanos a la hora de decidir”. ¡Hay que ser mafiosos para decir eso, cuando los propios sindicatos de clase ignoran permanentemente la dignidad del ciudadano y del trabajador! Incluso se arrogan una representación de trabajadores que no llega ni siquiera al 2%. ¡Sinvergüenzas, parásitos, verduleros!