domingo, 20 de mayo de 2012

La Taberna del Turco

("Turco", en la jerga local, significa vino sin "bautizar".)
En las bodegas del Siglo de Oro se bebe, pero no se come. Quien busque "fina gastronomía": criadillas, despojos y manos de ternera, ha de dirigirse a los bodegones o mesones, porque en las tabernas o bodegas sólo se sirve vino y casi siempre peleón. Los locales suelen estar mal iluminados, lo cual obliga al visitante que viene de la calle a detenerse unos instantes al entrar para que sus ojos se vayan acostumbrando a la oscuridad, momento precioso que utilizará alguien de dentro para escabullirse por la puerta trasera. En estos locales, oscuros y mal ventilados, el olor al vino de los pellejos lo inunda todo, lo cual disimula el tufo a orines que viene del patio, utilizado por los incontinentes como improvisado retrete. No es normal que haya mostrador o barra, un par de tablones hace esa función. Tampoco es habitual que haya mesas y taburetes. Las autoridades los suelen prohibir para evitar que sean usados como armas arrojadizas. La gente bebe de pie. Si encontramos asientos en alguna parte suelen ser largos bancos corridos en torno a mesas también largas.

Tugurios de mala muerte, antros de coimeros y fulleros, donde se jugaban los cuartos a los dados o a los naipes, donde había que dejar las armas a la entrada con el fin de evitar pendencias dentro. Y cuando el bravucón, de mal perder, veía que las cosas no le salían favorablemente, decidía retirarse, chulo, perdonavidas y altanero, sin perder la compostura.

Lope de Vega y Francisco de Quevedo eran asiduos de estos tugurios. Con razón les llamaba su “amigo” Góngora, Lope de “Beba” y Francisco de “Quebebo” respectivamente.

Extraido de : http://pintan-bastos.blogspot.com.es