AQUELLOS QUE COMO NOSOTROS SABEN VIVIR, SE ENCONTRARIAN A GUSTO INCLUSO EN EL INFIERNO
lunes, 11 de enero de 2010
Aniversario del la batalla de Roncesvalles
Roncesvalles
Cuéntame una historia, abuela.
- Siglos ha, que con gran saña,
por esa negra montaña
asomó un Emperador.
Era francés, su vestido
formaba un hermoso juego;
capa de color de fuego
y plumas de azul color.
- ¿Y qué pedía?
- La corona de León.
Bernardo, el del Carpio, un día
con la gente que traía:
"¡Ven por ella!", le gritó...
De entonces suena en los valles
y dicen los montañeses:
- ¡Mala la hubisteis, franceses,
en esa de Roncesvalles!
- ¿Se acabó la historia, abuela?
- Allí, con fiel arrogancia,
los Doce Pares de Francia,
también estaban, también.
Eran altos como cedros,
valientes como leones;
cabalgaban en bridones,
sin igual en el correr.
- Sigue contando.
- Salió el mozo leonés,
Bernardo salió, y luchando
uno a uno fue matando,
y hubiera matado a cien.
De entonces suena en los valles
y dicen los montañeses:
- ¡Mala la hubisteis, franceses,
en esa de Roncesvalles!
- Me place la historia, abuela
- ¡Con qué ejército, Dios mío,
de tan grande poderío
llegó Carlo-Magno acá!
¡Qué de soldados! No tiene
más gotas un arroyuelo,
ni más estrellas el cielo,
ni más arenas la mar.
- ¿Y qué, triunfaron?
- Dios no los quiso ayudar
El alma les arrancaron
a sus pies los derribaron
como al roble el huracán.
De entonces suena en los valles
y dicen los montañeses:
- ¡Mala la hubisteis, franceses,
en esa de Roncesvalles!
- Prosigue la historia, abuela.
- Diz que dice un viejo archivo
que no quedó francés vivo
después de la horrenda liz.
Y así debió ser, pues vieron
al sol de estos horizontes
muchos huesos en los montes
y muchos buitres venir.
-¡Qué gran batalla!
-No fue menor el botín:
banderas, cotas de malla
y riquezas, y vitualla
se recogieron sin fin.
De entonces suena en los valles
y dicen los montañeses:
- ¡Mala la hubisteis, franceses,
en esa de Roncesvalles!.
- ¿Y el Emperador, abuela?
- Huyó sin un hombre luego,
la capa color de fuego
rota, y sin plumaje azul.
Bernardo, el del Carpio, torna
a Castilla, tras la guerra,
y al poner el pie en su tierra
lo aclama la multitud.
-¡Qué de alegrías!
- En verlas gozaras tú.
Hubo fiesta muchos días,
tamboriles, chirimías,
y canciones a Jesús.
De entonces suena en los valles
y dicen los montañeses: - ¡Mala la
hubisteis, franceses,
en esa de Roncesvalles!
Ventura Ruiz Aguilera 1847