viernes, 29 de julio de 2011

As del Aire



Joaquín García Morato vio la primera luz en Melilla el 4 de mayo de 1904. Ingresó en la Academia de Infantería de Toledo en 1920 y seis años más tarde obtuvo el título de piloto. Desde 1927 tomó parte en la campaña de África, donde fue herido y derribado dos veces. Además de piloto excepcional, dedicó toda su vida a la aviación, procurando acumular todos los conocimientos posibles sobre la misma. Consiguió los títulos de observador, piloto de hidroaviones, de caza, de polimotor, radiotelegrafista de 1ª clase, profesor de vuelo sin visibilidad, de vuelos nocturnos y de combate. Escribió varios libros técnicos, entre ellos un “Prontuario de aviación acrobática”.


Al estallar la guerra civil, era profesor de la Escuela de Vuelo de Alcalá de Henares. El 18 de julio le sorprendió de permiso en Gran Bretaña, de donde regresó inmediatamente, llegando a Córdoba en un avión alquilado, incorporándose al Ejército de Franco. Sobre este episodio, García Morato escribió: “Estando en Inglaterra con permiso particular, estalló el glorioso Movimiento Nacional, al que me incorporé‚ sin dudarlo, y desde el primer día presté‚ mis servicios como “cazador”, que era lo que por mi carácter y facultades cuadraba más en mí. Estoy regido por un vicio y por un ideal: el vicio de las emociones y el ideal de la Patria dentro de nuestra Religión”.

El 3 de agosto de 1936 presta su primer servicio pilotando un caza “Nieuport”, saliendo de Sevilla para reconocer el frente de Córdoba, bombardeando en picado una concentración de tropas rojas en El Carpio. Inicialmente voló en Nieuport, luego en los Heinkel 51, pasando después a los Fiat CR 32, que ya no dejó. Su escuadrilla, que llegó a ser célebre, se llamó primero Escuadrilla Azul y Patrulla Azul, y al aumentar el número de sus componentes, Grupo Azul. Su emblema estaba formado por un círculo con tres aves: un halcón, una avutarda y un mirlo, pintados en azul sobre fondo blanco. Su lema rezaba: “Vista, suerte y al toro”.

Entre sus múltiples acciones en distintos frentes destaca la decisiva actuación en los combates aéreos del frente de Madrid. El 18 de febrero de 1937, durante un servicio de protección de bombarderos, al llegar a la línea del frente, los cazas italianos se negaron a proteger a los bombarderos sobre territorio enemigo. A pesar de no ser escoltados,los bombarderos continuaron el vuelo y tras pasar la línea del frente fueron atacados por más de 30 cazas de la Fuerza Aérea Republicana. García-Morato, se lanzó con su patrulla (3 aviones) a proteger a los bombarderos españoles, tras unos minutos de incertidumbre y viendo en el aprieto que se encontraban los cazas españoles, el piloto italiano Capitán Nobille desobedeció la orden de no cruzar la línea del frente y salió en ayuda de los españoles, siendo seguido por el resto de la escuadrilla italiana. Por esta acción, Joaquín García-Morato sería recompensado con la máxima condecoración militar española, la Cruz Laureada de San Fernando a título individual que le fue impuesta por el general Alfredo Kindelán Duany en el aeródromo de Castejón. Durante toda la guerra fue derribado una sola vez, el 3 de octubre de 1938, según parece, alcanzado por un piloto de su propio grupo al perseguir los dos al mismo aparato enemigo.

A mediados de 1938 ingresó, junto con otro laureado, el general José Moscardó Ituarte, en el Consejo Nacional de FET y de las JONS.

El día 4 de abril de 1939 se produce la tragedia. El comandante García Morato había ido a Griñón a tomar unas vistas para una película de guerra. Con uno de los «Ratas» cogidos al enemigo, un «Fiat» y un «Messerschmitt» y desde otro aparato, se trataba de fotografiar a estos últimos atacando al primero. García Morato despegó con su «Fiat 3-51», el compañero inseparable de gran parte de la guerra, con el que tantas victorias había logrado, sin que jamás sufriese más desperfectos que los pequeños producidos por algún proyectivo del enemigo.

El día era triste y gris, con nubes muy bajas y una lluvia fina y pertinaz que dificultaba la visibilidad. Se tomaron las vistas y cuando todo estaba terminado, el «Messerschmitt» y el aparato desde el que se tomaron las fotografías ya habían aterrizado, quedando en el aire el «Rata» y el «Fiat» de García Morato, y cuando se entretenía en un simulacro de combate, se produjo lo inevitable. Al intentar tomar tierra el aparato se estrelló de panza unos metros antes de llegar al campo de aterrizaje. Así moría el laureado comandante Joaquín García Morato, heroico y verdadero Caballero del Aire, el «as de ases» de la gloriosa Aviación de España, cuando le faltaba un mes para cumplir los treinta y cinco años de edad.

El cadáver fue expuesto en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento de Málaga, por el que desfiló todo el pueblo malacitano. En 1950, el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos, le hizo merced del título de conde del Jarama.