Cualquier discusión política de aquella época dejaba traslucir, de una manera clara y concreta, las motivaciones de todos aquellos que negaban las certezas y probabilidades, y nunca descarté la idea de que cualquier hombre dotado de carácter que se halla en la cima del poder siempre tiene enemigos dispuestos a censurar todos sus actos. Por lo tanto, cabía preguntarse. "¿Por qué no puede ocurrir algo semejante frente a todo un pueblo que demostraba poseer una gran fuerza de superación y que sabía salir adelante, incluso en las situaciones más adversas? La idea de que nosotros, los austriacos, nos habíamos formado del pueblo alemán y de la política del hombre que lo dirigía, nos parecía plenamente satisfactoria.
El año 1934, aprovechando unas de mis vacaciones, visité Roma. Me encontré con una ciudad que tenía un ambiente totalmente festivo, comosólo puede encontrarse en las naciones meridionales. Las "clases" obrerasde Roma ofrecían un aspecto tan alegre que era difícil ser superado. Lasantorchas, encendidas en todas las fachadas de las casas de los barriospopulares, adornaban la noche con sus múltiples destellos y aumentaban la alegría general de sus habitantes. No creo que esta alegría de las masasfuera motivada, única y exclusivamente, por la conmemoración oficial del2.687 aniversario de la fundación de la urbe, en honor de la cual secelebraban los festejos. No creo equivocarme si afirmo que los romanos,con su vehemente entusiasmo de latinos, exaltaban la doctrina y los logrosdel régimen fascista....
Vive Peligrosamente. Otto Skorzeny