No hay duda alguna, las élites de nuestro siglo ya no son los nobles con título, ni los JASP (Joven Aunque Sobradamente Preparado), ni mucho menos los intelectuales con talento (pongamos los grandes literatos). Es más, ni siquiera cuentan como élites los sedicentes artistas del cine y el teatro, por más subvenciones que les lleguen y cejateros que se manifiesten. No y mil veces no, la élite hoy en día está formada casi en exclusiva por el mundo de los homosexuales de izquierdas y sin escrúpulos, que van adentrándose poco a poco en la vida de los demás, decidiendo qué es correcto o qué no lo es y si responde, por lo tanto, a la condición de homófobo, palabra de tipo baldón que cuando la aplican a alguien vale más que ese alguien desista de cualquier aparición pública o será claramente ‘lapidado’.
Hay un ejemplo espectacular de ese avance a bayoneta calada según el cual se pretende que lo normal debe ser lo gay, normalidad que exige cuantos privilegios tal condición debe reportar. Un mundo gay, eso sí, que incluye el más amplio espectro de variantes hombre-hombre, mujer-mujer, donde lo hetero queda como un remanente escasamente admisible y destinado si acaso al papel de ‘San Paganini’. La noticia que así lo demuestra se ha dado en Alemania, donde dos lesbianas reclaman al donante de esperma una pensión alimenticia para el hijo. ¡Asombroso!
Barcelona. (Agencias).- Klaus Schröder, un profesor de 52 años residente en el Palatinado (suroeste), hizo una donación de esperma hace cinco años a una pareja de lesbianas que habían puesto un anuncio en un periódico.
Las dos mujeres se habían comprometido a no exigirle compensaciones financieras para el hijo que pensaban engendrar, informa la revista alemana Der Spiegel.
Tras el nacimiento, Klaus Schröder, que no tenía hijos, desempeñó un papel "parecido al de un papá auxiliar" y vio aproximadamente una vez por mes al pequeño David, cuyo bautizo también pagó.
Las dos mujeres reclaman ahora una pensión alimentaria para su hijo, de casi cuatro años. Y la ley parece darles la razón, subraya el semanario, porque el derecho alemán estipula que un padre debe hacerse cargo de las necesidades de su prole si no cabe duda sobre su paternidad, como es el caso. La única excepción es cuando la pareja de la madre adopta legalmente al niño. En este supuesto, el padre biológico queda exento de asumir los gastos.