viernes, 24 de febrero de 2012

Heidegger


Rector de la universidad de Friburgo, gran pensador, que se concebía a sí mismo como heredero de la filosofía griega, asumió el cargo el 27 de abril de 1933. Cuatro días más tarde ingresaba al Partido Nacionalsocialista. Con ello empezaba una relación que hasta en la actualidad es objeto de controversia, especialmente en Francia y Alemania.

Entre las acciones más polémicas del destacado filósofo se encuentra el discurso pronunciado al tomar el cargo. En Friburgo, como en otras universidades, este discurso no tiene gran trascendencia, pues obedece más a las tradiciones académicas del alma mater que a la exposición de ideas que sobrevivan más allá del día de su exposición. Pero Heidegger ya era en ese tiempo un filósofo bastante conocido. Su libro, El ser y el tiempo, publicado en 1927, le había ganado mucho prestigio, por lo que sus palabras eran esperadas con una enorme expectativa. Además, el discurso del rectorado se pronunciaría pocos días después de que los nazis tomaron el poder.

Heidegger leyó un texto que lleva la marca habitual de la dificultad de la filosofía y el lenguaje de su autor y que, por lo tanto, es difícil interpretar. En 1983, su hijo, Hermann Heidegger, lo reeditó y añadió notas que pretendían demostrar que su pensamiento no tenía coincidencias con la doctrina nacionalsocialista. Pero ésta no es una opinión que compartan los especialistas. Historiadores y filósofos creen encontrar aquí una prueba de que Heidegger era un partidario entusiasta del movimiento nazi.


Entre las obras publicadas al respecto, la más polémica ha sido el libro de Víctor Farías, chileno, docente de la Universidad de Berlín, que, después de un análisis meticuloso y de valorar innumerables textos y documentos históricos, sostiene que Heidegger era ya desde sus primeros escritos un antisemita, ultranacionalista y partidario de muchas ideas que los nazis incluirían en su programa.


Libre de toda duda es el intento de Heidegger por acercarse al régimen nacionalsocialista durante el tiempo en que ocupó la rectoría de la Universidad de Friburgo. En las semanas posteriores al discurso del rectorado, Heidegger introdujo reformas que se inspiraban en lo que el régimen propagaba. Por ejemplo, decidió no convocar más al consejo para resolver problemas, pues consideraba a éste una estructura superada y caduca, incapaz de dar nuevos impulsos. En este mismo espíritu, Heidegger envió a Hitler un telegrama en el que le hacía la recomendación de uniformar a las universidades y someterlas al control directo del partido. Según él, había que acabar con la estructura de la asociación de universidades que recordaba un sistema parlamentario y reorganizada de acuerdo con el Führerprinzip.


En discursos y acciones, Heidegger continuó mostrando su apoyo y entusiasmo por el movimiento nacionalsocialista. En la festividad del primero de mayo pidió a los profesores participar en la manifestación de adhesión al régimen, "como lo ordena el momento presente". Para motivar su asistencia les señalaba: "La construcción de un nuevo mundo espiritual para el pueblo alemán se convertirá en la tarea más importante de la universidad alemana. Constituye un trabajo nacional del más alto rango y significado".