lunes, 18 de octubre de 2010

El sol ya no surgirá del Este... Semana Temática sobre la revolución de Hungría



(Extraido de la web de la embajada húngara en España)


Antecedentes de la revolución

A la muerte de Stalin (5 de marzo de 1953), los dirigentes de la Unión Soviética y de los países satélites ya tenían la sensación de que el régimen comunista podía ser víctima de una profunda crisis interna en caso de no modificar la política ejercida. En Moscú, tras la toma de decisión acerca de la sucesión, y una vez racionalizadas relativamente las relaciones internas del imperio soviético, se convirtió en una tarea urgente resolver la crisis de las periferias. El descontento ya se manifestaba en huelgas, es más, en Berlin Oriental, incluso en una sublevación abierta.
A mediados de junio de 1953, la dirección del partido soviético mandó a llamar a Moscú a la delegación del Partido de los Trabajadores de Hungría, y dio instrucciones al secretario general del partido, Mátyás Rákosi y a sus colaboradores en cuanto a la modificación de la línea política a seguir. Se le debe poner fin a la industrialización forzada, a la campaña de organización de cooperativas agrícolas, se debe incrementar el nivel de vida y hay que abandonar la práctica de infundir terror en la población -fue el "consejo" dado por los dirigentes soviéticos. El Kremlin consideró impermisible que el liderazgo en Hungría se concentrara en manos de una misma persona. Por ello obligaron al secretario general del partido, Mátyás Rákosi, quien desde 1952 desempeñaba el cargo de jefe de gobierno, a que transfiriera el cargo de primer ministro a Imre Nagy.
Imre Nagy, a pesar de que dentro del partido comunista pertenecía al grupo de antiguos emigrantes a Moscú, entre 1947 y 1949 criticó en varias ocasiones la forma rápida e implacable de la toma del poder llevada a cabo por los comunistas. El gobierno de Imre Nagy comenzó a desempeñar su cometido en julio de 1953. El primer ministro llamó su programa "una nueva etapa de la construcción del socialismo". Dicho programa difería favorablemente de la política de Rákosi, en varios aspectos. De acuerdo con las intenciones soviéticas, refrenó el desarrollo forzoso de la industria pesada, retuvo las grandes inversiones extremadamente costosas, redujo las obligaciones impositivas y de entrega obligatoria, que afligían al campesinado pequeño propietario, permitió a los miembros de las cooperativas agrícolas salirse de las mismas, y puso fin a la organización de nuevas granjas colectivas. Aún más importante que esto, fue la terminación de los internamientos y de los desplazamientos, la puesta en libertad de los vejados y la declaración de una amnistía. Se alivió sensiblemente el ambiente de terror y temor. En 1954 se comenzó a revisar los juicios políticos realizados en perjuicio de comunistas.
La población del país respiró aliviada, porque consideraba que el nuevo primer ministro estaba a favor de un socialismo más aguantable y humano que sus predecesores. Al mismo tiempo, la reacción de la élite en el poder era contradictoria. Muchos de los intelectuales miembros del partido y numerosos funcionarios se adherían con alegría a la nueva directiva, por considerarla una promesa de poder librarse de los temores. Cuando salieron a luz los hechos acerca del terror -especialmente sobre los juicios incoados contra comunistas-, ello conmovió fuertemente a numerosos miembros del partido, empujándolos al abismo de una profunda crisis moral. No obstante, buena parte de la estructura del partido y de las fuerzas del interior, temiendo ver recortados sus privilegios y preocupada por el posible estallido del descontento popular, recibió los cambios de manera hostil. Desde el comienzo, Mátyás Rákosi observaba desconfiado la nueva etapa, e hizo todo lo posible con el fin de volver a la política antigua. Moscú a su vez, en 1953 y 1954 varias veces confirmó su apoyo a Imre Nagy.
Imre Nagy se dio cuenta de las dificultades de las transformaciones y se esforzó por convertir las medidas de corrección en una verdadera reforma. Se inició la supervisión del mecanismo económico stalinista y se dieron pasos en aras de cierta "democratización" de la estructura política monolítica. Imre Nagy trató de hacer del Frente Popular -herramienta del atrofiamiento de los partidos democráticos- una institución política viva y una organización de grupos que, aunque ajenos al partido, apoyaran los objetivos establecidos para la nueva etapa. Se esforzó asimismo por fortalecer la función de representación de intereses del Frente Popular, sobre todo para el bien del campesinado individual que congeniaba con su política. Haciendo hincapié y afirmando en alta voz la "democracia dentro del partido" y la libertad de la crítica, intentaba hacer retroceder a sus oponentes políticos de su propio partido. Le pasó por la mente la idea de restablecer el sistema pluripartidista, y tampoco excluía la posibilidad de formar un gobierno de coalición presidido por los comunistas. Estas ideas sobrepasaban en gran medida las intenciones de corrección de los soviéticos.
A fines de 1954, después de la distensión posterior a la muerte de Stalin, se produjo un período provisional de enfriamiento en la política mundial. Este clima favoreció a los stalinistas ortodoxos, al grupo de Viacheslav Molotov y Lazar Kaganovich, que seguían luchando con perseverancia inalterada dentro de la dirección soviética. En marzo de 1955, Rákosi, con la ayuda de ellos y con el apoyo del aparato que Imre Nagy no había destituído, derrocó al primer ministro, que perdió instantáneamente todos sus cargos.
A pesar de ello, los intelectuales, miembros del partido, partidarios de la "nueva etapa" y de la reforma, no abandonaron sus ideales. Tras un corto período de incertidumbre, el mismo Imre Nagy también rechazó ejercer autocrítica, de acuerdo con los ritos bolcheviques. Amplió su programa de reforma, es más, tomando en consideración el efecto nocivo de la influencia soviética, estableció el objetivo de restablecer la independencia nacional, en la forma de una "neutralidad activa". La oposición partidista que fue formándose a partir del verano de 1955 en torno a Imre Nagy, compuesta de escritores, periodistas, profesores universitarios y algunos funcionarios, solicitaba la continuación y el desarrollo ulterior de las reformas de 1953. La oposición partidista urgía cambios personales, queriendo lograr en primer lugar la destitución de Rákosi y de sus compañeros. En 1955 y 1956, la voz de los descontentos se hacía escuchar con cada vez mayor fuerza en la prensa, y la dirección Rákosi estuvo a punto de desmoronarse.
En febrero de 1956, la lucha soviética por el poder dio un giro decisivo. El "discurso secreto" pronunciado por Nikita Jruschov contra Stalin en el XXº congreso del partido despertó nuevas esperanzas en el movimiento mundial comunista, y muchos veían en él indicios de un despliegue democrático. En la lucha librada por un proceso orientado hacia la democracia, sin duda alguna se consideraba un combatiente de la vanguardia la oposición partidista húngara, que a partir de la primavera de 1956 ya no sólo ejercía crítica del régimen de Rákosi en la prensa, sino también en sesiones de debate de participación masiva, en las tertulias del Círculo Petõfi, foro de la intelectualidad capitalina, políticamente cada vez más activa. La influencia de la oposición iba en aumento. Incluso las masas que no simpatizaban con ninguna forma del socialismo, aún ellas veían la nueva subida al poder de Imre Nagy, como premisa de los cambios. Solamente dentro del partido estaba permitido expresar opiniones políticas, por tanto la oposición partidista en aquel entonces representaba la oposición de la sociedad entera.
Rákosi resultó ser incapaz de resolver la crisis. La dirección soviética también se dio cuenta de su impotencia. Contribuyó a acelerar la destitución de Rákosi el estallido, en junio de 1956, de una sublevación obrera en Poznan, Polonia, que atravesaba una crisis interna semejante a la de Hungría. Por consiguiente, en julio destituyeron a Rákosi. Ernõ Gerõ, segunda figura del núcleo moscovita de la dirección del partido, fue nombrado el nuevo secretario general del Partido de Trabajadores de Hungría. Gerõ logró llegar a un acuerdo con el ala de stalinistas moderados dirigido por János Kádár. No obstante, la antigua-nueva dirección prosiguió las cosas donde su antecesor las había acabado. Sin embargo, a esas alturas ya estaba emergiendo un movimiento democrático de masas, con reivindicaciones que iban más allá del programa de la oposición partidista. En otoño de 1956, la prensa prácticamente se hizo libre. En las sesiones de debate y en las universidades se criticaba agudamente el sistema, señalando abiertamente sus crímenes. El descontento y los debates políticos se propagaron también por las ciudades del interior del país.