-Mito 1: Los españoles también hemos sido emigrantes
Dicen que las mentiras más grandes son las verdades a medias, y eso ocurre con esta afirmación. Es verdad que los españoles han emigrado, principalmente a Latinoamérica y, tras la segunda guerra mundial, a otros países de Europa. Pero hay diferencias sustanciales con los actuales flujos inmigratorios con destino a España:
1º) Los españoles, en su mayoría, emigraban de acuerdo a la ley, tanto española como del país de destino. No cruzaban clandestinamente las fronteras, burlando a las autoridades. Los servicios consulares en colaboración con el ministerio de trabajo cooperaban, en la medida de sus posibilidades, con el país de acogida con vistas a regular el trabajo de los españoles, y éstos, también en su gran mayoría, no pasaban a engrosar las filas de la economía sumergida, sino que desempeñaban trabajos debidamente dados de alta en la seguridad social, cotizando y pagando los correspondientes impuestos. Sin embargo, la inmigración masiva que padece España está compuesta en buena parte por inmigrantes sin papeles, que burlan los controles fronterizos de las autoridades españolas, incrementan las filas de la economía sumergida, que no paga impuestos, al tiempo que los gobiernos de sus países de origen se desentienden de ellos y apenas cooperan con las autoridades españolas, ya sea para regular el trabajo de sus ciudadanos, para impedir la actuación en su territorio de las mal llamadas mafias de la inmigración que atentan contra los legítimos derechos de España, o para la repatriación de los indocumentados.
2º) Los países a los que se dirigían los españoles necesitaban mano de obra, ya fuera en América, continente con múltiples posibilidades, o en la Europa de la posguerra, que había visto reducida su población masculina e iniciaba las políticas de reconstrucción. Sin embargo, España es el país de la CEE con mayor índice de paro, y resulta absurdo pretender traer mano de obra extranjera mientras un 15% de la población activa se encuentra en situación de desempleo.
3º) Las diferencias culturales y sociológicas de los emigrantes españoles y de la población de acogida no tienen comparación con los de buena parte de la población inmigrante que llega a España, y por tanto los problemas de asimilación eran bastante menores. Los españoles que emigraban a Francia, Suiza o Alemania compartían con la población de dichos países unos mismos valores socioculturales procedentes de su historia común y de su identidad religiosa cristiana. Nada de esto sucede con la inmigración procedente de China, del magreb, del área subsahariana, etc.