jueves, 19 de mayo de 2011

La canción de Rolando


LVIII
PASA LA noche íntegra, el alba despunta clara.

El emperador cabalga gallardamente entre las filas del ejercito.

—Señores barones —dice el emperador Carlos—, he aquí los puertos y los estrechos desfiladeros: elegidme el hombre que deba quedar a retaguardia.

—Ha de ser Rolando, mi hijastro —responde Ganelón—, no hay barón que le iguale en fiereza.
Óyelo el rey y lo mira duramente. Luego le dice:

—Sois un demonio. Un odio mortal posee vuestro cuerpo. ¿Quién, entonces, habrá de mandar mi vanguardia?

—Ogier de Dinamarca —responde Ganelón—; no tenéis barón que mejor que él pueda hacerlo.