viernes, 9 de septiembre de 2011

Hernán Pérez del Pulgar, el de las hazañas



En una oscura noche partieron de las proximidades de Alhama catorce hidalgos - éste era el número de sus escogidos camaradas para la empresa - capitaneados por Hernán Pérez del Pulgar. Por montes y barrancos, cubiertos de nieve, pudiendo apenas los caballos afirmar el pié en las estrechísimas sendas, obligados muchas veces los jinetes a descabalgar de trecho en trecho para desentumecer los miembros yertos de frío. Aquel puñado de valientes enfilaron el río Darro, metiéronse en la corriente que subía hasta el pretal de los caballos y llegaron casi bajo los muros de Granada. Al pié de un puente ordenó Pulgar que se detuvieran algunos guardando las cabalgaduras, mientras él, con otros, llevando por guía a un moro convertido que por haber nacido en Granada podía mejor que ninguno guiarlos por sus revueltas calles - cautelosamente llegaron hasta la mezquita de la plaza mayor, y allí, en tanto se encendían los hachones, se adelantó Pulgar, y diciendo: ''Sedme ahora testigos de lo que voy a ejecutar'', sacó un pergamino, que a tal fin llevaba dispuesto, en el que se leía en letras de gran tamaño AVE MARÍA, y lo clavó en la puerta de la mezquita con su mismo puñal, exclamando: '' En nombre de María tomo posesión de ésta mezquita por los Reyes de Castilla y de León.'' Y hecho lo cual emprendió la retirada seguido de cerca por buen número de moros descubridores de la hazaña.


Maravilla fue que Pulgar, al verse perseguido no cediese a su impetuoso carácter arremetiendo contra sus perseguidores. Pensó en sus compañeros, calculó las consecuencias funestas de una desesperada defensa y cual prudente caudillo se retiró llegando con sus acompañantes hasta donde aguardaban sus amigos. La hazaña de Pulgar produjo en Granada, cuando se divulgó, los efectos esperados. Se amotinó el pueblo y no faltó quien juzgase aquel hecho como el presagio más elocuente del fin cercano del mando de Boabdil... Pronóstico que más tarde se cumplió con el allanamiento y entrega de la ciudad, hecho que dio fin a la dominación mora en España y que marca en nuestra Historia una gloriosa época.