domingo, 7 de noviembre de 2010

Sánchez Mazas, Rafael



Sus biógrafos no se ponen de acuerdo en el lugar de su nacimiento: unos apuntan a que nació en Madrid, y otros en Coria (de la provincia de Cáceres) el 18 de febrero de 1894. Poco o casi nada cuentan de su niñez aunque sabemos que se educó en los corazonistas de Miranda de Ebro y en los jesuitas de Orduña, donde terminó el bachillerato. La carrera de Derecho la estudiaría en la Universidad de los padres agustinos en El Escorial, que termina después de haber publicado en 1915 Pequeñas memorias de Tarín, antecedente y origen de otra famosa novela que apareció años más tarde con el título La vida nueva de Pedrito de Andía. Antes de ser libro, se publicó por entregas en la revista de la Universidad Nueva Etapa, que él mismo dirigía. Desde muy joven, pues, se pusieron de manifiesto sus dotes de escritor y excepcional precocidad literaria; perteneciendo al grupo denominado La escuela romana del Pirineo que tenía su órgano de expresión en la revista bilbaina Hermes. Colabora en el diario El Pueblo Vasco, que lo envía de corresponsal a Marruecos en 1921 escribiendo crónicas de los combates que se desarrollan en aquel territorio que merecen el Premio Nacional de Cronistas. Después entraría a colaborar en El Sol, dirigido entonces por Manuel Aznar. Más tarde, Juan Ignacio Luca de Tena, amigo y compañero suyo en la Universidad de El Escorial, lo envía de corresponsal del Abc a Roma, donde se casó con la italiana Liliana Ferlosio Vitali, sintiéndose entonces atraído por la cultura clásica al mismo tiempo que tomaría contacto directo con el fascismo de Mussolini: «En Italia el comunismo era un peligro. El fascio se creó contra el peligro, no contra el comunismo. El más grave problema interno español es el separatismo. Antes que asesinar a pobres obreros irresponsables, importaría salir al paso y dar aceite de ricino a ciertos gordos y orondos burgueses de Barcelona y Bilbao […] estamos seguros de que en España el fascio de Benito Mussolini no empezaría por la Casa del Pueblo de Eibar, sino por algunas magníficas casas particulares de Bilbao. Y tampoco empezaría por quemar retratos de D. Julián Besteiro. Quemaría más bien los retratos de D. Sabino Arana y del Sr. Prat de la Riba» . En 1927 da una conferencia en Santander que sería publicada fragmentariamente en el boletín de la Biblioteca Menéndez y Pelayo y reproducida en el periódico político El Fascio de vida efímera . Las palabras pronunciadas por Sánchez Mazas, y recogidas a la vez por esta última publicación, sostienen, entre otras cosas: «Poco diría el yugo si sólo dijese: sujeción. Dice también instrumento para realizar la fatiga, ayuda piadosa, domesticidad, mansedumbre, coyunda sacramental de amor. Poco diría el haz si sólo dijese: la unión es la fuerza. Dice también que tiene en ligadura presta a soltarse alas de pluma y aguijones de acero» .
En 1932 publica un libro sobre política religiosa que firma con el seudónimo de «Persiles». Este trabajo sería después recogido por orden de la jerarquía eclesiástica a pesar de que en unas de sus páginas escribe: «Pero en este libro, ¿no se ataca a la Iglesia? Tal preposición es risible. Antes se le secará al autor la mano que atacar a la Iglesia. Se ataca lo que no es la Iglesia, lo que no debe ser la Iglesia. Se ataca a lo que los santos tantas veces han atacado (véanse notas e ilustraciones), y mucho menos de lo que los santos han atacado. Se atacan los defectos de administración y cancillería de la Iglesia en su aplicación a cosas temporales y los errores de mandatarios y ministros. Claro está que lo que se ataca en la administración de la Iglesia (disciplinada hoy y perfecta en su universal conjunto bajo los recientes pontificados) no puede admitir parangón con el clamor que los santos han levantado contra épocas infaustas para la vida de la Iglesia. Pero en menor escala, ante menores defectos, la posición es la misma. De lo que se dice contra malos ministros o malos católicos, no es necesaria justificación de derecho. Está palpablemente consagrado este derecho cuando se ejercita por anhelo de corrección desde los tiempos apostólicos» .
Cuando José Antonio Primo de Rivera funda Falange Española en 1933, Rafael Sánchez Mazas se adhiere al movimiento –llegaría a tener el carnet número 4– porque como dijo años más tarde: «José Antonio era mucho más que un político. Por eso él pudo, con su escasa hueste y sus cortos años de acción, lo que los políticos ya no podían y lo que en España nadie podía. Su idea de la Patria es la más alta y más pura que los españoles, y aún la gente de toda Europa, haya conocido» . Para algunos, dentro de Falange, Sánchez-Mazas fue su cronista y su poeta. De él proceden el ¡Arriba España! –aunque esta frase la hemos visto publicada en el Boletín del Comercio de Oviedo de fecha 31 de enero de 1899, debida al asturiano Aureliano San Román– y la Oración por los Caídos, cuyo origen se remonta al funeral por Matías Montero, cuando el fundador de Falange le expone a Sánchez Mazas la necesidad de disponer de palabras más profundas para momentos como aquellos. También fue uno de los poetas que, junto con Pedro Mourlane Michelena, Agustín de Foxá, José María Alfaro, Dionisio Ridruejo, el propio José Antonio, con la colaboración de Luis Bolarque y del maestro Juan Tellería, compondrían el himno falangista Cara al sol. Todo comenzó durante una cena en el restaurante vasco «Or-Kompón», situado en la calle madrileña Miguel Moya. Era el cuatro de diciembre del año 1935. Sánchez Mazas fue sin duda el intelectual por el que más respeto sintió José Antonio. Una de las pocas cartas que escribió el fundador de Falange antes de ser fusilado, fue para Sánchez Mazas: «…Te confieso que me horripila morir fulminado por el trallazo de las balas, bajo el sol triste de los fusilados, frente a caras desconocidas. […] Quisiera haber muerto despacio, en casa y cama propias, rodeado de caras familiares…» .
Dice Juan Ignacio Luca de Tena de él, con el que tan fuertemente estuvo ligado, que oírle hablar era una fiesta porque sabía de todo y lo que no sabía se lo inventaba. Era un gran conversador de tono sencillo y ameno. En las largas veladas invernales con un buen fuego de leña y con un vaso de whisky en la mano, o frente al mar, en pleno verano, le gustaba recitar sus viejos poemas de juventud:


Mirando al mar, algún día,
tal vez en Fuenterrabía,
en Mundaca o en Algorta;
contemplando el mar… ¿Qué importa
si en Bretaña o Normandía,
en Inglaterra o Turquía,
Mediterráneos o Atlánticos?
Todos los mares del mundo
son bellamente románticos .



Antes de iniciarse la Guerra Civil española estaba preso en la Cárcel Modelo de Madrid desde marzo de 1936. El nacimiento de uno de sus hijos le permite obtener un permiso carcelario de tres días, pero no regresa y huye a Portugal. José Antonio, ya preso en Alicante, le afea su conducta por entender que con su fuga compromete no sólo su palabra, sino el honor de la Falange entera. Regresa entonces a Madrid y antes de ingresar de nuevo en la cárcel estalla la Guerra Civil. Consigue refugiarse en la embajada de Chile donde escribió Rosa Krüger, novela que narra la historia personal de un viaje al Valle de Arán por parte de dos jóvenes estudiantes. Sánchez Mazas se reunía cada día con sus compañeros de encierro y les leía un fragmento de la novela que, según escribió el articulista Juan Manuel de Prada, es «una de las mejores novelas españolas del siglo XX» , aunque inacabada, y que se editó casi cincuenta años después, muerto ya su autor. Su mujer, que se hace responsable de esta edición, publicada en 1984, nos dice que su marido «pensó varias veces en rehacer esta novela, pero después de haber publicado en revistas algún capítulo suelto, se olvido de ella y nunca llevó a cabo su corrección» . Es cierto que fue su mejor novela, la que más halagos recibió por parte de toda la crítica, incluso por aquellos medios que no le eran muy afines por su pasado político que le recordaban publicando su fotografía vestido de falangista, algo que no gustó mucho a su hija Gabriela que llegó a decir en el diario El País, entre otras cosas: «Que aunque es bien conocida su condición de falangista, que nadie ha pretendido ocultar jamás, también es de dominio público el uso prácticamente nulo que hizo de aquella grotesca parafernalia» . Pero decíamos que la novela gozó de excelente crítica. Rafael Conte, por ejemplo, hace un excelente y extenso análisis del libro en el diario El País, y aunque dice que la obra de Sánchez Mazas es rara y escasa, reconoce, sin embargo, que es de alta calidad: «Novela –añade– profundamente romántica e ideal, teñida de modernismo formal, donde hay fragmentos espléndidos, leyendas que recorren la historia, fantasmas que cruzan los fondos espectaculares y nostálgicos de una civilización y una cultura por la que su autor luchó, venció y fue vencido, y al final nunca pudo llegar a ser» .
De la Embajada consigue salir, después de más de un año de estancia, y llega a Barcelona, camuflado en un camión lleno de hortalizas, con la intención de acercarse a Francia. Pero es detenido y encarcelado en un barco. Nada se supo de él hasta que el 9 de febrero de 1939, cuando, la prensa da la noticia de que Sánchez Mazas había salvado la vida después de llevar detenido poco más de un año. En el pueblo de Collel, junto con medio centenar de presos, que fueron formados para ser pasados por las armas, Sánchez Mazas tuvo la suerte de que ninguna bala le rozara ni tan siquiera la ropa y huyó campo a traviesa hasta que alcanzó un bosque y pudo esconderse; una vez pasado el peligro, caminó durante la noche teniendo la suerte al poco tiempo de encontrase con los falangistas de la Quinta División de Navarra, en Cornellà de Terri. Desde ese momento Sánchez Mazas estaba salvado. Años más tarde, el escritor Javier Cercas, publicó la novela Soldados de Salamina que alcanzó un enorme éxito a lo largo de 30 ediciones, traducida a dieciséis idiomas y basada en la historia real que vivió Rafael Sánchez Mazas. Más tarde sería llevada al cine. También tuvo buena crítica, y una de ellas fue la de Vargas Llosa que además de reconocer que Sánchez Mazas era un buen escritor, le dio por escribir que al mismo tiempo era un «fascista». Fue en el diario El País el 3 de septiembre de 2001. Esto trajo como consecuencia que Enrique de Aguinaga enviara una carta al periódico, que «en nombre de la libertad de expresión» no le publicó. Acudió entonces al Abc que sin inconveniente alguno se la publica: «¿Se puede llamar fascista al autor de la Oración de los Caídos? ¿Se puede calificar de fascista a quien escribió: La posición de FE no es mantener el estatu quo económico social con medidas coercitivas por un procedimiento fascista, mussoliniano o hitleriano, o por un fascismo desvanecido ni desvaído ni tampoco propugnamos la revolución del puñetazo y la pistola. Vamos a una revolución más honda y trascendental» .
Finalizada la guerra fue nombrado ministro sin cartera cesando al poco tiempo por iniciativa propia, aunque también hay quien opina que Franco un poco harto de no verlo por el Consejo de Ministros, decidió cesarle. Fue presidente del patronato del Museo del Prado y vicepresidente de la Biblioteca Nacional. En 1940 sería elegido miembro de la Real Academia Española sin llegar a leer el discurso de ingreso, al parecer «no tuvo tiempo –nos dice Andrés Trapiello– en los veintiséis años que le quedaban de vida de redactar, y por tanto leer, el discurso de entrada, de manera que fue académico sin serlo [sólo electo]» . La mayor parte de su obra poética la escribió siendo muy joven, antes de los treinta años, y la publicó, casi toda, en periódicos y revistas de aquella época. Incluso llega a decir de él Andrés Trapiello que era ya un poeta maduro con sólo veintidós años. Así, por ejemplo, en el año 1917 escribe Quince sonetos para quince esculturas de Moisés Huerta con piezas antológicas como esta que sigue:


Señor: Desnudos, como tú nacemos,
desnudos, engendramos y sufrimos;
desnudos, como tú, Señor, morimos,
porque, desnudos, resucitaremos.
Desnudos, nuestra culpa lavaremos,
como desnudo en el Jordán te vimos,
desnudos, en la tierra, nos sentimos
y, a tu lado, desnudos estaremos.
Señor: Sobre los brazos maternales,
desnudo estás, en paños funerales,
blancos los miembros y los labios mudos.
Y al verte así, mi celestial Maestro,
como nunca, te siento hermano nuestro
y hermano de los mármoles desnudos .


En 1951 aparece La vida nueva de Pedrito de Andía, novela que fue bien recibida por la crítica , incluso cuando años más tarde aparece una nueva edición, el crítico Miguel García-Posada, del diario El País, llega a escribir que es una novela que «roza la perfección» ; en 1953, con Las aguas de Arbolea y otras cuestiones ocurre lo mismo con la crítica ,y la muy posterior del académico José García Nieto con motivo de una nueva edición del libro: «Y Sánchez Mazas está ahí, estaba ahí, y se han dado buena cuenta de ello los cuidadores de esta preciosa edición que pone a nuestro alcance una de las mejores prosas que se han hecho en lo que va de siglo» . En cuanto a su obra poética se recogió, parte, en el libro Sonetos de un verano antiguo y otros poemas que da comienzo con este soneto:


Por el otoño fue, bajo la eximia
puesta de sol, dorada en anchos fuegos,
por el otoño fue, cuando los griegos
hallaron la tragedia en la vendimia.
Pasado era el calor que por agosto
granó racimos de apretadas uvas;
de los lagares a las anchas cubas
su hervor hervía esperanzado el mosto.
En tiempo de vendimia fue, señora,
del gran amor la bienaventuranza
que os hizo Beatriz en mi Comedia.
En buena hora llegasteis, porque ahora,
fruto maduro en sangre y esperanza,
mi amor es como el mosto y la tragedia .


En una edición, que ya hemos citado, que preparó Andrés Trapiello en 1990, se publica su poesía completa que, según el propio editor, «ha seguido siempre unos caminos poco comunes». Al parecer, el poeta nunca quiso reunir sus poemas en un libro, a excepción de los que publicó en 1917. De todas las maneras, en la edición de Trapiello no están recogidos todos sus poemas porque falta, por lo menos, el que divulgó en 1916 titulado Madrigal escrito junto a la Ría. Es un largo poema que comienza con estos versos:


Nos has dado tu rara belleza
para nuestra rara ciudad en aurora.
Tú eres la Señora
de nuestro poema que empieza…
Si al fin han llegado los amaneceres,
si Bilbao se alegra en fulgor auroral,
en el cielo de nuestras mujeres
sea tu hermosura como la señal .


El catalán Juan Perucho, siempre expresó un gran interés por toda la obra de Sánchez Mazas, «personaje éste –dice– que, a pesar de estar considerado secretamente como una de las plumas más brillantes de la literatura española, ha sido silenciado en razón de su pasado político» . Pero a pesar de ese silencio a que fue sometido, el escritor catalán no tuvo ningún reparo en declarar un día: «Me gustaría morir así, como estoy ahora. Sentado en este sillón, acariciando a mi gata y leyendo la página enmarcada de La Vanguardia con la Oración por los caídos de Sánchez Mazas. ¡Qué gran escritor!» . Perucho consideró la novela Rosa Krüger como la mejor de Sánchez Mazas, y a ella y al resto de su obra, le dedicó una tercera página del Abc donde recoge unos versos que tampoco fueron publicados en la edición de Andrés Trapiello, y que están, según Perucho, en su Discurso del Sábado de Gloria:


Agua larga de los ríos
española y bautismal,
verdes olivares píos,
vino y trigo candeal,
viejo solar de los míos:
¡Mi España sacramental! .


Falleció Sánchez Mazas el 17 de octubre de 1966 en su domicilio de la calle Doctor Fleming de Madrid, afectado por una antigua dolencia pulmonar. Fue enterrado, por deseo expreso del finado, en la más estricta intimidad. Su amigo Eugenio Montes, en su homenaje póstumo, recordó aquel día cuando se reencontró con él en Italia: «Tenía que ir allí como Garcilaso y movido por el mismo anhelo que el toledano: por amor a la hermandad de las letras y las armas; por anhelo imperial. Eso había de llevarle –sigue escribiendo Montes– a poner su alma en la Falange y a exponer su vida por ella. Su alma apasionada, con pasión de Patria en carne viva. Porque él era hombre de gustos, como bien sabe todo aquel que haya saboreado sus páginas en el más sabroso castellano que se escribió en estos tiempos» . Rafael García Serrano, también ese día, recordaba, sobre todo, sus charlas: «A mi me gustaba mucho escucharle. Historia de la guerra de Marruecos –donde fue gran corresponsal–; historia de la marcha sobre Roma, que presenció y contó para Abc; historias de la cárcel y el cautiverio, de su fuga en el Colell con piernas de contrabandista vascongado, cuando disparó el piquete de fusilamiento sobre un grupo de presos nacionales» .
Murió como él había pedido a Cristo en una de sus piezas antológicas que dedicó a Miguel de Unamuno:


Delante de la Cruz, los ojos míos
quédenseme, Señor, así mirando
y, sin ellos quererlo, estén llorando
porque pecaron mucho y están fríos.
Y estos labios, que dicen mis desvíos,
quédenseme, Señor, así cantando
y, sin ellos quererlo, estén rezando
porque pecaron mucho y son impíos.
Y así, con la mirada en Vos prendida,
y así, con la palabra prisionera,
como la carne a vuestra Cruz asida,
quédeseme, Señor, el alma entera,
y así clavada en vuestra Cruz mi vida,
Señor, así, cuando queráis me muera .


Con su muerte las letras españolas perdían a uno de sus más brillantes y singulares escritores. En definitiva, a un hombre de cuerpo entero y alma entera.